El diagnóstico es un momento muy difícil de asumir. Inicialmente, una de
las reacciones emocionales más frecuentes es la negación. Todo parecerá
increíble, una pesadilla. En muchos de los casos se ingresa a una fase de
shock: mecanismo protector que da tiempo y oportunidad de absorber la
información recibida.
También habrá momentos de rabia y de ira, con sentimientos de culpabilidad
o resentimiento hacia uno mismo o hacia los que nos rodean. Deben tener en
cuenta que estos sentimientos, miedos y preocupaciones de los primeros momentos
son normales.
Ahora el niño necesita todo el apoyo, una expresión de sentimientos con
exagerada intensidad puede generarle miedos y preocupaciones. Por eso es
importante que, aunque resulte difícil, hablen con él. Un niño que percibe la
dificultad que tienen sus padres en aceptar su diagnóstico, tiende a evitar
hablar de sus propias preocupaciones y temores, lo cual le priva de una
importante fuente de apoyo.
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Tomado de: saludymedicinas.com |